miércoles, 9 de julio de 2025

Aparición del Pensamiento

 

Os cuento aquí una Gran Historia evolucionista, en la versión de Teilhard de Chardin. La aparición de lo que él llamaba "el fenómeno humano" no es la aparición de una especie más, la nuestra "qué casualidad", sino algo así como lo que Gustavo Bueno, ateniéndose a la división escolar de la realidad en "reinos"—reino mineral, reino vegetal, reino animal—llamaba el "Reino del Hombre". Es más, es la aparición de lo que entendemos propiamente como Universo, el Universo como objeto pensado, objeto para el pensamiento y estructurado por el pensamiento—la aparición de todas y cada una de las cosas como objetos para el pensamiento y para el conocimiento. O, en suma, la aparición del pensamiento y de la consciencia. Surge todo esto en un breve momento de la historia geológica, breve incluso con respecto a la breve historia del hombre tan larga para nosotros—pues muy breve es en el contexto de la Gran Historia cósmica la aceleración vertiginosa que llamamos Historia. El pensamiento, la consciencia, y la Historia humana surgen de la comunicación, de la autocomunicación y la reflexión, pero también del intercambio y circulación de ideas, de esa globalización de mentes conectadas que produce la Noosfera (palabra que luego usaría Teilhard). El pensamiento es algo que requiere circulación, intercambio, comunicación y conexión para poder existir. Requiere la aparición del lenguaje, de la narración, de la traducción, de la escritura, y de los fenómenos mentales y comunicativos que posibilita. El mundo se unió, se globalizó, en las mentes antes de unirse mediante caminos y cables u ondas o pulsos eléctricos, y se unió no sólo al unirse las mentes con otras mentes presentes, sino con mentes pasadas y futuras, pues la Noosfera se extiende por el espacio y por el tiempo, hace que el pasado siga activo en el presente. Lo que se comunicó o se escribió en el pasado es aún presente, se transmite aún y está activo, o se activará quizá en el futuro, de modo impredecible, de modo que la esfera del Pensamiento es toda ella un presente ampliado que amplía los límites del tiempo, dando cuerpo y densidad al pasado y al futuro...

—En fin, he aquí un pasaje de un ensayo de Teilhard de Chardin de 1930 titulado "El fenómeno humano":

 

Fuerza del fenómeno humano

 

La fuerza del Fenómeno humano puede equipararse al modo cómo, en un tiempo relativamente corto, ha llegado a establecerse y a cubrir la Tierra. Hasta el comienzo de los tiempos llamados Cuaternarios (digamos, por precisar ideas, hace cuatrocientos o quinientos mil años, quizá más) nada parece que hacía prever la invasión del Pensamiento, sino una ascensión gradual del instinto hacia formas más flexibles y más ricas que conocemos nosotros en los grandes monos antropomorfos. El Hombre quizá ya estaba, pero nosotros todavía no lo distinguimos. Y luego, en un período breve que, en relación con la duración de las épocas geológicas no contaría, todo cambia. Una primera ola, apenas sensible, que deja escasas huellas, tales como los restos del Pitecántropo en Java, del Sinántropo de Pekín, del hombre de Mauer. Una segunda ola, más fuerte, cubre al Viejo Mundo de instrumentos de piedra antiquísimos. Una tercera hace surgir, ya del todo formado, entre algunos supervivientes de edades precedentes (el Hombre de Neanderthal) al grupo actual del Homo sapiens (Blancos, Amarillos y Negros a un tiempo). Una cuarta señala en el Neolítico la toma de posesión definitiva de la Tierra entera (comprendida América) por una población agrícola y comerciante. Una quinta ola, en fin, todavía creciente, marcha mugiendo hacia una industrialización y una unificación extraordinaria del Mundo. En unas cuantas oleadas inmensas, la marea humana ha barrido o sumergido el resto de la Vida. Lo que en otro tiempo habían realizado lenta, incompletamente los Vertebrados inferiores, luego los Reptiles, después la masa de los Mamíferos—a saber, la invasión de la superficie terrestre—, el Hombre lo ha realizado él solo, en unos milenios, y de un modo a la vez nuevo y prodigioso. Hoy no sólo penetra en todas partes, ocupa todos los lugares habitables, sino que en el interior de esta inmensa capa que lanza sobre el mundo, establece una cohesión, una organización, de la que nada anterior a él puede dar una idea. Al multiplicar las comunicaciones y los intercambios rápidos, sobre todo al haberse hecho dueño del éter [—lea aquí el lector 'el Metaverso', 'el ciberespacio', 'Internet', 'las comunicaciones electrónicas'], el Hombre ha llegado al resultado (todavía en pleno progreso) de que los individuos, viviendo cada vez más unidos los unos a los otros, tienden a compenetrarse vitalmente—¡ya sabemos a cambio de qué efervescencia!—. Se ha observado que vista a mucha distancia, la Tierra, cubierta por sus vegetales y sus océanos, debe parecer verde y azul. Para su observador lejano que supiera descifrarla mejor, aparecería en este momento como luminosa de Pensamiento. Desde el punto de vista más fríamente positivista que quepa, el Fenómeno humano representa nada menos que una transformación general de la Tierra, por el establecimiento, en su superficie, de una capa pensante—más vibrante y más conductora, en cierto sentido, que todo metal; más móvil que todo líquido; más expansiva que ningún gas; más asimiladora y más sensible que toda la materia organizada... Y lo que confiere su valor pleno a esta metamorfosis es que no se ha producido como un acontecimiento secundario, ni como un accidente fortuito, sino a manera de una crisis esencialmente preparada, desde siempre, por el propio juego de la evolución general del Mundo.

 

¿Evolución hacia dónde? ¿Hasta cuándo? Dirémoslo con Aute y con Dylan:

 

Que el pensamiento no puede tomar asiento,

Keeping one step ahead of the persecutor within.

 

 


 


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