Unlocking Million Dollar Baby
Pues veamos, Million Dollar Baby, de Clint Eastwood. La
película va de traumas, y por tanto de cosas que no se pueden mencionar
directamente; se tratarán por tanto con símbolos, indirecciones y
alusiones. Y eso que a los dos personajes principales, interpretados por
Clint Eastwood y Morgan Freeman, les gusta decirse la burrada más gorda
y la cosa más dolorosa u ofensiva como viejos colegas que son (esto se
llama en inglés banter, en español no sé). Al fin dan la
bienvenida a este club de banteadores, masculino por definición, al
joven hallazgo de Clint (que tiene por norma no trabajar con chicas).
Bueno, pues este Clint resulta que era un abusador, y violaba a su hija
de pequeña. La niña ha crecido, y no quiere tratarse con él, como
traumada que está, y la conciencia de su pecado tiene traumado a Clint,
que se pega los días en la iglesia intentando bantearse al cura, pero el
cura lo lleva peor que Morgan. Si la religión del cura no sirve, porque
es mecánica y no adaptada al caso, la negra religión de Morgan Freeman,
que estudia el caso individual, te da el perdón y el camino que la otra
niega. Al final Clint logra superar su trauma desplazando la solución a
una hija imaginaria, con la cual deshace el mal que hizo, primero,
respetando sexualmente a la persona de esa hija adoptiva, con la que no
tiene lazos de sangre (aunque la primera pregunta que le hace, por si
acaso, es "¿conozco a tu madre?"). Una vez la chica es ya un colegui y a
la vez la hija de Clint, y a la vez él mismo (los dos con su frustrada
carrera a cuestas), ya está madura como símbolo para la consumación
penitencial. Al fin Clint recupera la infancia perdida, en su Innisfree
particular, ("in is free"), comiendo tarta de limón en un cenador que la
chica frecuentaba con su padre, y que debía llevar esperándole a él
desde los años de la Depresión. Largo tiempo, pero valía la pena porque
allí se funden en una su propia niñez, la de su hija y la de la
adoptada; es más, se han superado hasta cierto punto las traumantes
barreras que separan lo masculino de lo femenino. Es una película donde
todo pasa un poco al revés, como nos aclara un autocomentario simbólico:
para demostrar el aprecio a los amigos, se les dice algo ofensivo o
despectivo; para demostrar a una persona que la quieres, es preciso a
veces actuar con ella de modo sancionable por las leyes; para liberarte
de un trauma, tienes que hacer algo verdaderamente traumante, para
recuperar la inocencia tienes que ir a las profundidades de la
experiencia y del desengaño.
Aparte de eso, va toda de boxeadores, y de lo mismo que la de Amenábar (Mar Adentro).
Por cierto, me faltaba la lectura en clave política (gentileza de a nameless person):
"hay que protegerse", dice Clint: pero por mucho que intentes
protegerte, USA, estás a merced de los hados. Al otro Fitzgerald,
Kennedy "el amado", la verde esperanza de América, también se le torció
la carrera, y sólo podemos lamer las heridas nacionales tras el gran
desengaño. Podemos planificar la repetición de la jugada, volver a dar
la batalla (igual esta vez hasta colgamos a Saddam) pero el fiasco se
producirá, inevitablemente, por otro lado, incalculable. Por lo menos la
tarta de limón sí está rica.
—oOo—
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