miércoles, 20 de agosto de 2025

Retropost, 2005: El yo relacional

 

El yo relacional

En El hábitat del unicornio (www.elhabitatdelunicornio.net/Blog.aspx) tiene Luis Muíño recientemente un post sobre "Posesión" donde a cuenta del Dr. Jekyll y Mr Hyde explica las aparentes "posesiones" como la salida a la luz de conflictos entre roles y aspectos de la personalidad; recomienda el libro de Laing sobre El yo dividido. Añado:

Muy interesante el post y la discusión; a ver si me leo el libro de Laing, yo que soy Géminis... pues el asunto es que estamos muy divididos en roles, relaciones, etc., y a veces parece que haya poco unificándolos a todos. Los momentos de crisis (separación de la familia, ruptura con la pareja, pérdidas de empleo, la edad del pavo de los hijos, etc.) suelen poner a prueba esa construcción endeble o por secciones del yo. En el caso de Stevenson, al margen de la ocasión concreta que ocasionase su creación de este símbolo tan poderoso, creo que influía mucho la hipocresía o dobles raseros de la sociedad victoriana; vamos que los caballeros eran una cosa en su casa y en su rostro social y en Inglaterra y otra en el burdel o en los negocios o en el imperio (a veces los tres juntos); o sea que tenían un yo dividido de lo más. Pero es mal de muchos: cuando nos fascina El doctor Je y míster Hide, por algo será.

Yo y mi sombra debemos tener tendencia al yo dividido, cuando se nos ocurrió una teoría como la del yo relacional, que venía a sostener que no existe la personalidad como algo unificado, ni el carácter, sino sólo una serie de roles mantenidos en equilibro por la ubicación social del individuo: vamos, que somos alguien distinto para cada persona que nos conoce, y "lo que somos" es ese sistema de tensiones en equilibrio móvil, no hay nada en el centro, sino únicamente nuestras relaciones con las demás personas. Reconozco que es algo radical porque reducía la personalidad a relaciones sociales: cuando también hay un cuerpo, unos hábitos adquiridos, una estructuración psíquica más o menos estable o inestable...

Me gustó, sin embargo, y mucho, el artículo de Erving Goffman "On Face-Work", en el que el rostro social o "face" no es un atributo permanente o estable de los individuos que interactúan socialmente, sino sólo una máscara o rol estratégico en el marco de un encuentro determinado. Somos fluidos y relacionales: como decía Emerson, somos símbolos y habitamos símbolos. El más cercano: nosotros mismos, esa colección de hábitos, recuerdos, impresiones y relaciones (dixit Hume) que un cuerpo all too solid apenas consigue mantener en el saco de un concepto unificado. Menos mal que están los demás, con sus expectativas, para dar forma humana al loose, baggy monster.

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