El yo relacional
En El hábitat del unicornio
(www.elhabitatdelunicornio.net/Blog.aspx) tiene Luis Muíño recientemente
un post sobre "Posesión" donde a cuenta del Dr. Jekyll y Mr Hyde
explica las aparentes "posesiones" como la salida a la luz de conflictos
entre roles y aspectos de la personalidad; recomienda el libro de Laing
sobre El yo dividido. Añado:
Muy interesante el post y la
discusión; a ver si me leo el libro de Laing, yo que soy Géminis... pues
el asunto es que estamos muy divididos en roles, relaciones, etc., y a
veces parece que haya poco unificándolos a todos. Los momentos de crisis
(separación de la familia, ruptura con la pareja, pérdidas de empleo,
la edad del pavo de los hijos, etc.) suelen poner a prueba esa
construcción endeble o por secciones del yo. En el caso de Stevenson,
al margen de la ocasión concreta que ocasionase su creación de este
símbolo tan poderoso, creo que influía mucho la hipocresía o dobles
raseros de la sociedad victoriana; vamos que los caballeros eran una
cosa en su casa y en su rostro social y en Inglaterra y otra en el
burdel o en los negocios o en el imperio (a veces los tres juntos); o
sea que tenían un yo dividido de lo más. Pero es mal de muchos: cuando
nos fascina El doctor Je y míster Hide, por algo será.
Yo y mi
sombra debemos tener tendencia al yo dividido, cuando se nos ocurrió una
teoría como la del yo relacional, que venía a sostener que no existe la
personalidad como algo unificado, ni el carácter, sino sólo una serie
de roles mantenidos en equilibro por la ubicación social del individuo:
vamos, que somos alguien distinto para cada persona que nos conoce, y
"lo que somos" es ese sistema de tensiones en equilibrio móvil, no hay
nada en el centro, sino únicamente nuestras relaciones con las demás
personas. Reconozco que es algo radical porque reducía la personalidad a
relaciones sociales: cuando también hay un cuerpo, unos hábitos
adquiridos, una estructuración psíquica más o menos estable o
inestable...
Me gustó, sin embargo, y mucho, el artículo de
Erving Goffman "On Face-Work", en el que el rostro social o "face" no es
un atributo permanente o estable de los individuos que interactúan
socialmente, sino sólo una máscara o rol estratégico en el marco de un
encuentro determinado. Somos fluidos y relacionales: como decía Emerson,
somos símbolos y habitamos símbolos. El más cercano: nosotros mismos,
esa colección de hábitos, recuerdos, impresiones y relaciones (dixit
Hume) que un cuerpo all too solid apenas consigue mantener en el saco de
un concepto unificado. Menos mal que están los demás, con sus
expectativas, para dar forma humana al loose, baggy monster.
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