Más cátedras
Por fin más cátedras en este departamento, y que sean para bien.
Enhorabuena al candidato que la ha obtenido hoy, con 100 puntos sobre
100. Eso es sentar cátedra, y lo demás son cuentos.
Que hacen
falta más cátedras es una opinión, desde luego (hay quien las suprimiría
todas por perniciosas); me refiero a que ha estado muy cerrada y
manipulada la promoción del profesorado en este departamento. Cuando yo
me presenté a cátedras hace dos años (y no me la dieron) le hice notar
al tribunal en mi memoria estos curiosos datos:
Según
los datos ofrecidos por el Consejo de Universidades a fecha 1 de enero
de 2003, la distribución de profesorado universitario en los distintos
cuerpos funcionariales era como sigue:
- Catedrát.U. - Titular U. -Cat.EU - Tit.EU - TOTAL
Conjunto del
profesorado - 7.377 - 23.025 - 1.985 - 10.812 - 43.199
Filología
Inglesa - 61 -
416 - 35 - 284
- 796
Universidad
de Zaragoza -
186 - 872 -
26 - 384 - 1.468
En cuanto a los datos del Departamento, son como sigue:
Dpto. Fil. Ingl. y Al. - 1 - 23 - 3 - 17 - 44
Es decir, la proporción de catedráticos de Universidad con respecto al
resto de los cuerpos de funcionarios que podrían promocionarse a ese
cuerpo es, redondeando, de 1 a 26 en este Departamento, de 1 a 9 en el
área de Filología Inglesa a nivel nacional, de 1 a 5 en la Universidad
de Zaragoza y de 1 a 4 en el conjunto del funcionariado docente
universitario. Creemos que son cifras que deberían hacer reflexionar a
las Comisiones evaluadoras de Filología Inglesa antes de declarar
desiertas las plazas, como se hace con cierta frecuencia.
Fin
de la cita. Bueno, la Comisión sí estimó oportuno declarar la plaza
desierta, por insuficiencia o inadecuación de todos los candidatos, tres
de ellos de este departamento. En mi caso se me dio una puntuación de
18 sobre 100, alegando diversas insuficiencias, supuestas carencias,
errores sin especificar, etc. — todo ello en un proceso plagado,
naturalmente, de irregularidades, desconocimiento de la normativa por
parte de la comisión, ignorancia deliberada, mala fe, etc. Es un caso
que he comentado bastante en este blog, por lo que no me voy a enrollar
más con él. Sólo recordar que el Rector ha corrido un tupido velo sobre
él, no contestando a ninguno de los escritos de denuncia y recursos que
le he enviado. Ni un solo argumento ofrecido en escrito público para
rebatir los míos.
Hace dos años este departamento era incapaz de
cubrir una plaza de catedrático de Filología Inglesa, aunque algunos
llevábamos muchos años de carrera, doctorados ya en los años ochenta,
con tramos de investigación reconocidos, funcionarios con muchos
trienios y quinquenios y sexenios. Eso fue un insulto no sólo para mí,
sino para los demás concursantes, y para el departamento en conjunto:
incapacidad manifiesta. Déficit total de profesorado promocionable, y
encima todos suspensos cuando lo intentan, hala. ¡Inútiles! —¡negaos!
Claro que los demás candidatos y el Departamento eligieron no verlo así;
es más elegante y práctico. Son cosas que pasan, en las cátedras no hay
estándares ni baremos, depende todo cómo sople el viento. Puedes
hacerte catedrático con dos artículos, o no te valdrán toneladas de
publicaciones (de camino al examen se partió por el peso uno de los dos
carritos en que llevaba mis publicaciones). Es el arbitrio de los
dioses, no hay apelación posible, es la discrecionalidad técnica. Para
una plaza de asociado, cuentan hasta los medios puntos con regla
milimetrada; en una cátedra, en cambio, se puede coger toda la carrera
de un candidato como una mesa puesta, hacer un rebullón con platos y
copas, y tirarlo todo por la ventana sin mayores contemplaciones. Así
que los señores del tribunal, Dres. Onega, Garrudo, Martínez y González,
me pusieron un 1,8 sobre 10, y se quedaron tan anchos. Yo no. Les envié
a cada uno en persona una carta, con una copia de mi primer escrito de
denuncia al rector, y expresándoles la opinión que me había merecido su
actuación. Hasta la fecha no me han contestado.
Con el tiempo,
otros profesores han dejado más alto el pabellón del Departamento. Hoy,
por ejemplo, el Dr. Deleyto ha conseguido 100 puntos sobre 100, con un
tribunal también presidido por la Dra. Onega. Tampoco creo, ciertamente,
que el departamento se dé mucho por aludido en este caso, sabiendo que
al menos algún profesor promocionable sí que tiene. (El año pasado
obtuvo una cátedra también el Dr. Collado). Y no les voy yo a discutir
sus méritos a los Dres. Collado o Deleyto, claro. Lo que sí discuto es
que mi trabajo valga cinco veces menos que el suyo. Por ahí si que no
paso. Pongamos, por ejemplo, que el Dr. Deleyto ha publicado una
mongrafía en Paidós. Bueno, yo tengo una publicada en la Universidad de
Salamanca. (Y otra en Zaragoza. Y otra en América). Que tenga artículos
en Film Journal. Eso está muy bien, ciertamente. Yo también tengo artículos, en el European Journal of English Studies,
por ejemplo. Que tenga coeditado un volumen colectivo en Edimburgo, y
otro en Zaragoza. Vale. Yo tengo uno en Amsterdam, y otro en Londres (en
Longman). Que le dieran el premio de nuestra asociación profesional
nacional el año pasado—enhorabuena. A mí me lo dieron hace más de diez
años. También tengo publicaciones en la Linguist List. En
Berlín (de Gruyter). En la Universidad de Oxford. Esta misma semana
sacábamos los dos un artículo en la misma publicación (un libro sobre
cine de la editorial Rodopi). También he dirigido una revista académica
de nuestra especialidad (bueno, él no). Mis publicaciones están en la
web para quien quiera verlas. Y, como él, he hecho otras cosas al margen
de publicar. Nada, sin embargo, que pueda justificar una puntuación de
un 1’8 en un caso frente a un 10 en el otro.
Pero, dirán Vds.,
todo esto son pamplinas. Este señor no se entera. Las cátedras no se
deciden por méritos. Los puntos, los votos, los méritos, son una ficción
conveniente.
Pues a eso voy. A denunciar el MANGONEO. En mi caso, entiéndaseme bien, no en el del candidato de hoy.
Con mi felicitación por delante.
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