La Isla
(The Island. Directed by Michael Bay; written by Caspian
Tredwell-Owen, Alex Kurtzman and Roberto Orci, based on a story by Mr.
Tredwell-Owen; director of photography, Mauro Fiore; edited by Paul
Rubell and Christian Wagner; music by Steve Jablonsky; production
designer, Nigel Phelps; produced by Walter F. Parkes, Mr. Bay and Ian
Bryce; released by DreamWorks Pictures. USA, 2005).
Según Google
es una película puntuada en 2’9 sobre 5. Recomiendo en particular las
reseñas de USA Today y del New York Times . En ellas y en otras se
señalan los hechos siguientes: que está en la línea de las anteriores de
su director, Armageddon, Bad Boys II, The Rock, Pearl Harbor, con mucha escena de acción, quizá demasiada, que el argumento mezcla temas de Un mundo feliz, de 1984, de Matrix, de La fuga de Logan, de
THX 1138, de Blade Runner.... Que, por tanto, intenta ser "ciencia
ficción inteligente" o "con tesis"- tesis principal sobre los peligros o
paradojas de la clonación; que la película no acaba de hacer clic por
un ligero aire "clónico" que tiene ella misma. Pero bueno, el mensaje es
que hasta los clones tienen derechos humanos, y no hay que negarle a la
película que cumple bien con su función de entretener, aunque rechine
un poco por aquí y por allá.
En esencia, es una película de
acción, con abundantes escenas de combate cuerpo a cuerpo, huídas
espeluznantes, caídas imposibles de las que sale indemne el
protagonista, persecuciones motorizadas delirantes, con abundante
destrucción de material y supongo que muchas víctimas colaterales que a
nadie le importan un bledo. En este sentido, eficaz y muy visual, pero
si una buena secuencia de acción es un mérito, aquí hay too much of a
good thing.
En cuanto a la temática "inteligente", nos presenta
el futuro de la clonación terapéutica hacia 2019, cuando los
multimillonarios se pueden permitir hacer una copia de sus órganos para
trasplantes, retrasar la vejez, etc.; un poquito desarrollando esto que
nos dicen ahora de guardar el cordón umbilical para sacar células madre.
Lo malo es que allí hacen un clon entero y lo hacen vivir en una
especie de internado subterráneo hasta que "sus servicios" sean
requeridos; entonces lo rajan y sacan lo que haga falta. En teoría, la
empresa que hace eso se somete a las leyes que existen entonces, y que
prohíben clonar seres humanos: en teoría clonan un borfollo llamado
"agnate", que tiene los mismos órganos que el donante, menos el cerebro
supongo, pero sin forma humana (idea que parece igual de repugnante a su
manera). Pero como eso no salía bien, la empresa lleva en secreto un
mundo subterráneo donde cría humanos clónicos, haciéndolos nacer como
fetos adultos. Aquí hay imágenes que deben lo suyo al Frankenstein de De Niro y a sobre todo a Matrix,
con su universo de adultos recibiendo realidad virtual en un estado
intrauterino. Aquí la realidad virtual continúa cuando nacen, pues en el
internado subterráneo les hacen creer (e inicialmente al espectador)
que están en un refugio tras una contaminación global; su única
esperanza es ir a "La Isla", un paraíso terrenal al que se llega por
lotería (aquí hay una clara pulla contra la ONCE y las quinielas). Un
chico listo descubre la mentira - ni isla, ni contaminación; ni tanto ni
tan calvo - y sale al mundo exterior, un Los Ángeles más de hoy que de
Blade Runner, a pesar de algún technological enhancement; contactan con
uno de los "patrocinadores" para disgusto de la empresa y del cliente.
Son perseguidos por una pandilla de matones duros, liderados por un
mercenario negro con pasado pseudo-esclavo, pero totalmente vendido al
capital. Tampoco el gobierno parece totalmente inocente en sus contactos
con matones y científicos locos, pero el malo malo era el Doctor
clonador, que se cree Dios, pero niega a los clones el alma y los
derechos civiles. Esto acaba poniendo negro al mercenario, que recuerda
sus raíces; se pasa de bando y ayuda a los dos rebeldes, reinfiltrados
en la empresa, a destruir el chiringuito. Los clones son liberados de la
cámara de gas, pseudo-judíos en alianza con los african-americans, y
salen a la superficie a cientos a ver la luz del sol, una vez liberados
de las sombras de la caverna Platónica que los tenía alelados. En su
soledad de negro desparejado, el mercenario mira con envidia a la pareja
de blancos clones, que, ahora sí, descubren los placeres del erotismo,
ausentes del internado. "La isla somos nosotros"... murmura ella.
Bueno,
no criticaré la difícil credibilidad de la película como si se tratase
de un documental realista, porque no va de eso. Me interesa más como
delirio americano. En contrapartida hay que decir que también tiene
bonitos detalles. Así, el presidente de los EE.UU. tenía un clon en la
fundación, al parecer un jilipollas (aquí se ve una pulla anti-Bush - y
eso que Bush rechaza la experimentación con células madre). Cuando el
mercenario le va a meter una bala en la frente o al clon o a su original
millonario, y duda, lo que le convence realmente de la "humanidad" del
millonario es la indiferencia e inhumanidad de sus actitudes hacia el
clon (claro que se equivoca, porque el listo clon fingía e imitaba a su
original). El millonario californiano típico no sale bien parado:
traidor, superficial, materialista, amanerado, snob, cruel, "enfermo del
hígado por una enfermedad degenerativa por haber sido tan promiscuo"...
vamos, que en tiempos mejores sería homosexual, pero ya no está el
horno para bollas de ese tamaño. Una virtud sí tenía: buen gusto en
casas, coches y barcos. El resultado político-imaginario de esto es que
los emprendedores que están deshaciendo América se ven sustituidos en la
película por clones idénticos a ellos que retoman los valores de la
Revolución, la Liberación y los Derechos Civiles. Porque la tentación
inmediata era vivir como el millonario, una vez suplantada su
identidad.... pero no, el clon ha de dar la guerra y liberar a los demás
mutantes, digo clones, y regenerar una sociedad que distingue
hipócritamente entre los "ciudadanos plenos" que han adquirido ese bien
de consumo llamado alma, y los que no lo tienen - y por tanto son
procesados tecnológicamente por la ley del embudo (pensemos aquí en
Fredric Jameson, The Political Unconscious: la narración es una solución
imaginaria ofrecida a problemas reales. Desde la perspectiva de la
Realpolitik norteamericana, una persona que no es un ciudadano
estadounidense es sospechosa de no ser plenamente humana).
Un
loop al final de la película nos devuelve a la escena del principio: ya
millonarios, y con su misión cumplida, Clon y Clona se dirigen a la isla
paradisíaca; van navegando en el barco "Renovatio", con el que Clon
soñaba en sus sueños virtuales (es el barco que de hecho estaba
construyendo su original, el decadente Angeleno: al compartir el alma,
tenían comunicación psíquica). Es una escena la del barco que tanto al
principio como al final de la película deriva osadamente hacia la
estética de anuncio de Fa, Larios o Fortuna. La diferencia es que al
final la isla es real (alguna de las Islas Vírgenes supongo, donde van
los americanos a vivir estas cosas), mientras que al principio era un
sueño inducido al protagonista en su estado de superfeto, y que se le
perpetuaba en sus noches, como pesadilla: ahí le disparaban de repente
en el barco, caía al mar y se veía rodeado de fetos añosos flotando....
Esta escena inicial muestra un trauma de nacimiento invertido, bastante
logrado por el desplazamiento e inversión que hace el sueño entre los
papeles del soñador (que originalmente era el feto crecido) y sus
traumadores, los médicos clonadores. Ahora bien, al elegir terminar con
la misma imagen, pero "ahora de verdad", la película hace un movimiento
arriesgado. Por una parte, nos amenaza con un círculo vicioso que
interrumpa la felicidad final: tememos un nacimiento traumático, y de
hecho es lo que sucede cuando volvemos a la realidad violentamente tras
The End; por otra parte, la película elige denunciarse a sí misma como
un vehículo engañoso de transmisión ideológica, que perpetúa las
fantasías de una isla que sólo existe en los anuncios, y en las
películas... la isla donde el amor y la empatía reconcilian a la
humanidad consigo misma, donde algunos malos recapacitan, y el mal es
puntual, ilegal, identificable, y vencido. Para pegarle un repaso más
fuerte a América y a Occidente, Los Simpson, por favor.
(A cuenta
del debate sobre quién ha de tener derechos humanos o civiles, y el
problema de si somos parciales hacia nuestra propia especie, al no
adoptar el criterio de la "consciencia" en lugar del del "origen
biológico humano", hay un debate en Crooked Timber. Pongo este comentario:
"Self-awareness"
as a criterion for civil rights may do for analytic philosophers;
actual criteria are far more variable, according to cultures,
circumstances, historical periods There can be no abstractly coherent
criterion to settle the issue, because we are discussing such matters in
a given context, with a given history much of which we carry along, and
living in the same world with other people whose priorities are not
always the same as ours but with whom we have to share some working
ground. So, no neat solutions, anywhere: perhaps yes, for a given jury
on a given case; but never in a fuzzy forum like the one here.
Los clones de La Isla eran conscientes y humanos, pero eso no parecía preocupar a mucha gente en la práctica, aunque sí a los legisladores).
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