Meditación mirando al mar
Hay una chica rubia, nórdica o franco-nórdica, sentada en un muro mirando a la ría y al mar plomizo, embebida.
- Mira, tiene un caracol subiéndole por la espalda.
- Y de los gordos.
- Se lo voy a quitar. Perdona, tienes un caracol que te sube por la espalda, mira...
- Ah... merci.
-
Podríamos calcular el tiempo que lleva mirando al mar midiendo la
velocidad del caracol y el rastro de baba que lleva en la ropa. Lo único
es que el caracol ya se había recogido dentro de la concha.
3 comentarios
José Angel -
Era, y es, la de Cedeira. Voy a pasarme ahora, a ver si sigue ahí la rubia. Un saludo, Carlos.
Carlos -
;) si la ría a la que estaba mirando, es la de Cedeira (al norte de
Valdoviño) a la que hacías referencia en el post anterior, o alguna de
las que la rodean, no me extraña que el caracol llevase horas y horas
fijado a la ropa de la rubia. Hay ciertos parajes en los que el tiempo
adquiere dimensiones diferentes.
tt -
Que cosas
aunque se de buena tinta que si al caracol lo pillamos
con ganas en cosa de cinco minutos se ha recorrido media camiseta, eh?
Igual no llevaba la rubia ésta ni diez minutos allí.
Saludos.
Saludos.
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