Organización racional del conocimiento, según Blanquerna de Raimundo Lulio, en una época de multiplicación de las publicaciones. El papa Blanquerna, gran reformista, inspector, y creador de instituciones, cuida de la mejor manera de mantener organizado y manejable el conocimiento desarrollado por las diversas ciencias y disciplinas, en vista de que amenaza con hacerse inabarcable y contradictorio. El proyecto es a la vez racional y católico, esto es, un tanto autoritario y centralista en su ambición:
XCIII.2.-3.
Mientras esto se trataba, entró en el Consistorio un célebre y famoso artista, el cual representó al Papa: que con la multiplicación y variedad de declaraciones que se hacen en cada una de las ciencias, en teología, filosofía natural, derecho y medicina, se habían multiplicado muchas y varias opiniones, y que crecían de día en día; y esto se originaba, de que los doctores y maestros escribían muchas obras sobre cada una de ellas, en las cuales los unos eran de distinta opinión de los otros; y por esto el artista dijo al Papa y a los cardenales "que era conveniente que el hombre concordase todas las ciencias sobredichas, y reduciéndolas a breves y necesarios principios, que discurriesen por vía de arte, para que si se levantase algún error o falsa opinión, pudiese el hombre dirigirse y regularse por el arte en los principios de cada ciencia, y destruyese el hombre todos los errores y falsas opiniones contrarias a las ciencias referidas". Aplaudió mucho el cardenal de Gratias agimus Tibi la propuesta del artista, yla corroboró y se interesó en que fuese recibida su petición.
Luego después entró ante el Papa un doctor canonista y de leyes, y representó que eran tantas las glosas y los escritos que había en la ciencia del derecho, que el entendimiento humano entraba por ello en gran confusión, y por esta causa no podía juzgar ni discernir con claridad los hechos ni los pleitos, ni los estudiantes que aprendían aquella ciencia podían bastantemente instruirse en sus fundamentos. Y por eso aconsejaba que aquella ciencia fuese reducida a arte y a breves principios, que insiguiesen necesidad y razón, a los cuales se redujese toda la ciencia del derecho. Con semejantes súplicas y propuestas representaron en distintas ocasiones tres maestros, uno en teología, otro en filosofía natural y otro en medicina, suplicando al Papa y a los cardenales que a cada una de estas ciencias fuesen establecidos por arte breves y necesarios principios, para que la multitud de escritos no ocasionase confusión en el entendimiento humano en ninguna ciencia, y a fin que en los tiempos de Anticristo pueda el hombre estar más prevenido para destruir breve y artificiosamente todos sus falsos errores.
(Aguilar, Crisol, 491-2)
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