La Odisea de la Especie II
Ayer, excepcionalmente, encendí la tele y vi un programa por
primera vez en varios años (y volví a jurarme no volver a ver ninguno,
por la mandanga de los anuncios -- una de las razones que me hicieron
abandonar el medio ese). Lo que no me quería perder era la segunda parte
del "documental" La Odisea de la Especie. La primera parte
narraba las aventuras de australopitecos, homo habilis, homo ergaster y
homo erectus; aquí vemos la evolución del homo sapiens y su expansión
por el mundo.
Lo primero que hay que decir es que es un placer
ver que se hacen documentales-ficción de esta calidad, tan bien
realizados, interpretados, con efectos especiales tan logrados y que se
proyectan en horas de alto nivel de audiencia. Lo que cabe objetar,
claro, son las limitaciones científicas, que también las hay, hasta
desde el punto de vista de un aficionado como yo. Bien por la calidad,
pero aún se pueden superar. Y no tanto en cuestiones de caracterización,
maquillaje, interpretación, etc. (los movimientos y gestos, por
ejemplo, están muy bien tratados) – sino en cuestiones básicas de guión,
estructura narrativa y apoyatura científica de lo que se transmite.
Esto último es de suponer que debería darse por sabido, con el dinero
que se ha invertido en la realización, y con los asesores que tienen. En
la versión española hasta se insertan un par de cuñas con Juan Luis
Arsuaga que no es que aporten gran cosa como no sea el espaldarazo
científico al proyecto (y una mención del hombre de Flores, ausente de
las imágenes).
El detalle más sangrante venía cuando se nos
presentaba a una pareja de homo erectus dando a luz (bueno, ella) a un
bebé homo sapiens. Vaya. Esto sí que es comprimir las cosas. La
simplificación narrativa lleva a estas cosas: el homo sapiens desciende
del homo erectus, por tanto... bueno, podían haber puesto a un
australopiteco pariendo a un robot, aún hubiera quedado más efectista.
Luego lo arreglan: "la evolución de homo erectus a homo sapiens tuvo
lugar a lo largo varios cientos de generaciones"... En todo caso no se
entra en absoluto, pero sin el más leve intento de hacerlo, a explicar
las causas o mecanismos de esta evolución. Ni la dieta de carne ni la
neotenia ni otras hipótesis o especulaciones (casi mejor si iban a ir
por la línea pintoresca que parece que emprendían). En este punto, el
documental, cero patatero. Hay evolución, pero no sabemos por qué (lo
cual es aceptable), pero lo malo es que se hurta el problema a la vista y
al pensamiento: se silencia, como si no fuese un asunto central para el
documental. Y hasta se contenta al diseño inteligente con un arco iris
que contemplan un Adán y Eva primitivos, y que parece sugerir algo
más...
Hay que decir que en general se ha evitado, en la medida
de lo posible, la falacia retrospectiva o hindsight bias que tanto ha
confundido a los estudiosos de la evolución humana. Del dominio actual
de nuestra especie sobre el planeta se deduce, por falacia
retrospectiva, que estábamos predestinados a ello. Es más, se crea a
Dios a imagen y semejanza, y se le retroproyecta al origen, a que diseñe
inteligentemente un cosmos antrópico comprensible para el hombre.
Bastantes versiones de esto hemos visto, y vemos; por suerte aquí se
evitan las más obvias. Sí que asoma las orejas la falacia retrospectiva
en diversas ocasiones. Así, cuando nace el "primer bebé sapiens" (agg), y
sus padres lo miran "parecen presentir lo que será su fin, pues esta
nueva especie los suplantará bla bla..." -- Re-AGGGG. Pordiós.
Presentimientos retroproyectados, esto sí que es reconfiguración
retrospectiva barata, y sin ninguna necesidad.
En otros casos,
la distorsión retrospectiva es fruto de las convenciones narrativas
utilizadas. En estas películas documentales el efecto de realismo viene
de la apropiación de la retórica del documental: narración "autorizada"
con voz en off, una cierta convencionalidad del movimiento de la cámara,
poca personalización de los protagonistas, que aparecen como ejemplares
de una especie y no tanto como individuos. Es la misma técnica
utilizada en documentales como Caminando entre Dinosaurios o Caminando entre Cavernícolas.
Ahora bien, la "neutralidad" del documental está sólo parcialmente
imitada. De hecho, incluso los documentales "auténticos", ya desde El hombre y la selva, y pasando por las series de National Geographic,
se han ido apropiando más y más recursos narrativizantes,
individualizando a los protagonistas y construyéndoles historias. El
documental, género descriptivo, se vuelve así cada vez más narrativo. En La Odisea de la Especie I había
individuos, pero no tenían nombres: así, "Ergaster" lloraba cuando un
cocodrilo devoraba a su compañera. Por cierto, es curioso que los
individuos así llamados eran, creo, siempre, masculinos, cuando se
hablaba de una australopiteca, sí se la llamaba "Lucy", no
"Australopithecus" -- un pequeño reducto de machismo inconsciente en una
serie que por lo demás es bastante políticamente correcta. En
antropología siempre se habla, por supuesto, del hombre de Flores, del
hombre de Neanderthal, y no de la mujer de Flores o de Neanderthal, o de
los humanos de Flores o Neanderthal. El genérico famoso, y
especialmente pernicioso en según qué contextos...
Aquí los
homo sapiens ya tienen nombres propios ("Nata", "Nene") y personalidades
e historias más individualizadas y tratadas con más elaboración
narrativa. Hay en esto una cierta adecuación: a medida que se desarrolla
la capacidad simbólica, lingüística y narrativa de los humanos, la
serie imita ese desarrrollo en su punto de vista, ofreciendo un mayor
desarrollo narrativo (y a la vez las caras se despejan, aparece la
belleza, y los peligros que conllevan las caras bonitas y las historias
bonitas para el documental científico...). En el último caso, la
historia ya está en boca de uno de los personajes: es una narración que
cuenta a su nieto, y a la vez es la narración de una historia muy
concreta y atípica (su origen como un niño lobo adoptado por una
"viuda"). Como digo, tiene cierta efectividad este cambio gradual de las
convenciones narrativas de la serie, pero no va acompañado de mucha
atención que digamos al desarrollo del lenguaje y la simbolización. Hay
un episodio centrado en el arte rupestre, pero poco más, apenas una
mención de que el lenguaje, en efecto, se desarrolló. Es cierto que
apenas se puede pasar por encima de todos los desarrollos: de las armas y
técnicas de caza, de las viviendas, del paso del nomadismo al
sedentarismo... la serie elige sacrificar la efectividad narrativa a la
integración efectiva de estas transformaciones en una presentación
documental.
Una de las convenciones básicas de la ficción o el
drama históricos (por ejemplo en Shakespeare) es la compresión
significativa de acontecimientos: es decir, los procesos de larga
duración se transforman en acontecimientos simbólicos que los
representan y resumen; y a su vez los acontecimientos se hacen coincidir
unos con otros combinándolos en una escena que los combina en una
secuencia de causa-efecto. Así, por ejemplo, el homo erectus aprende a
taparse con una piel para protegerse de las moscas y de la lluvia el
mismo día, y usa la misma piel para envolver a su recién nacido, que
resulta ser el primer homo sapiens... O bien: un recolector de espigas
se despeña y muere. Mientras sus compañeros lo buscan, encuentran un
niño-lobo. Su madre-loba no lo abandona y eso lleva a la primera
convivencia que dará lugar a la domesticación del perro. Y a la vez,
cuando encuentran el cadáver del despeñado (Nene), las espigas de su
morral han germinado, y se inventa la agricultura. Como se ve, la
inyección de ficción va con jeringa gorda. Esto es una versión más sutil
de la falacia retroactiva, digo sutil porque se entiende como una
convención de presentación, pero la presentación modifica el contenido
presentado, y produce a fin de cuentas una idea bastante equivocada de
cómo pueden haber ido las cosas efectivamente.
He mencionado la
corrección política de la serie. Llega hasta el punto de hacer tanto a
los neandertales como a los homo sapiens practicantes generalizados del
matriarcado. Quizá por las historias individuales elegidas, en parte,
pero en última instancia es otra interpretación un tanto delirante, o
políticamente correcta, de los indicios. En ficciones del tipo El clan del oso cavernario o En busca del fuego
estamos más acostumbrados a ver a neandertales apropiarse por la fuerza
y esclavizar sexualmente a alguna bella o no tan bella homa sapiens.
Aquí sucede de otra manera: cuando hay mescolanza, es por acogida,
rescate o acuerdo mutuo; y en todo caso es la neandertal la que lleva la
voz cantante en cuestiones de pareja; cuando una neandertal dice que no
es que no, y luego cambia de opinión por gusto (la donna è móbile).
Está bien como ficción compensatoria o para variar al cansado público;
ahora que no sé yo si los indicios parecen ir mucho por allí.
Otro tanto puede decirse de los encuentros entre distintas tribus y
especies humanas. Aquí se nos ofrece una versión deliberadamente
tolerante y multicultural, por no decir idílica, de los tiempos de la
prehistoria. Se nos avisa que a veces acababan los encuentros en
canibalismo, pero lo que vemos es otra cosa: alianzas, pactos,
matrimonios multiespecie, fiestecillas eróticas con el exótico, que mete
marcha. Bueno, de todo ha debido haber en unos millones de años de
historia, para qué negarlo. Pero la voluntad de ofrecer una versión de
entendimiento y concordia entre los distintos pueblos de la tierra queda
un poco demasiado evidente. Sobre todo en vista del resultado final que
vemos, y al que hay que atenerse: que de las distintas especies (y se
supone que eran especies, no razas) humanas que poblaron el planeta,
sólo queda una. Vaya. ¿Habrá sido el culpable el mayordomo?
Aquí los neandertales no se reproducen con los homo sapiens, y aun
integrados en su tribu van quedando atrás, o arrinconados (una
explicación posible) -- también mueren por un extraño mal que los
aqueja. Al parecer desde antes de su contacto con los homo sapiens --
aunque nuestra experiencia con los indios de América parecería indicar
que los contactos entre poblaciones aisladas pueden dar lugar a
pandemias y a genocidios involuntarios, además de los voluntarios. Pero
es que si hasta con los homo erectus hacen migas, y se nos dice que
seguramente se mezclaron para dar lugar a las poblaciones de Asia. ¿Es
que hoy en día son menos porcentaje de sapiens los hombres de Pekín? ¿O
los aborígenes? Son cuestiones todavía mal estudiadas, y debatidas,
ciertamente, pero dicho así no queda claro por qué no habría de suceder
lo mismo en Europa -- digo yo. Pero no quiero acusar a la serie de
racismo, en absoluto, quizá de poca cabeza a la hora de atenerse a una
teoría determinada de la evolución, o de elegir teorías contradictorias
sin hacer notar su discrepancia. Más bien, si racismo hay, es por la
distorsión idilizante de la expansión del homo sapiens mezclándose con
los indígenas.
En el trasfondo inconsciente de la serie,
alienta algo así como que la expansión del homo sapiens es un poco la
del hombre occidental moderno. (O que esta es la segunda expansión del
homo sapiens proper). Imponiéndose, pero sin acogotar ni exterminar, y
respetando a las poblaciones locales (lástima que acaben desaparecidas,
no se sabe cómo), pero bueno, aportan su cultura si no sus genes. Cuando
la realidad quizá lleve camino de ser la contraria: occidentalizamos el
planeta culturalmente, pero los genes vendrán mayormente de otro lado.
Exagero, exagero.. como el documental. Documental-ficción, por tanto,
con sus propias fantasías a cuestas, y es que hablar del pasado es
construirlo para el presente, para sus intereses, y quizá a su imagen y
semejanza.
13 comentarios
tomas_arqueologo -
JoseAngel -
carlos -
estefany -
chupame_la -
JoseAngel -
AE -
JoseAngel -
yud -
tenemos que darnos cuenta que no conocemos completamente el pasado del ser humano solo conocemos \"ratos\" de nuestra evolucion por lo que hemos sacado nuestras propias conclusiones y para ello sacamos hipotesis que en muchos casos podran ser equivocadas o al contrario.
no podemos decir que pudieron procrear distintos hominidos entre si o que no se produjeron grandes genocidios porque no lo sabemos, lo que si es verdad es que el documental intenta explicar las cosas de una forma bonita pero demonos cuenta que no podemos afirmar nada ya que no conocemos nuestro pasado
José Angel -
pedro campos lopez -
José Angel -
Joaquim -
Lo que más me llamó la atención fue la convivencia y perfecta armonía entre neanderthal y sapiens (o crogmanon, como deciamos antes). En realidad ni siquiera está demostrado que llegaran a estar en contacto, aunque en Portugal se encontraron los restos de un niño que bien podría ser un cruce entre neanderthal y sapiens. Pero lo más bestia del documental es la afirmación de que era imposible "procrear" a partir de un individuo de cada una de esas especies. ¿Por qué? nada de lo que se conoce sobre ellos avala esa afirmación, que parece sacada de los manuales racistas que "explicaban" las razas humanas en tiempos pasados.
Y por encima de todo, al documental le sobra el tonillo National Geographic: demasiadas suposiciones, demasiada literatura visual y demasiado ternurismo.
Me gustó más la primera parte, era mucho más natural y probablemente más real. Aquí se metieron en el berenjenal de hacer suposiciones demasiado arriesgadas sobre sentimientos, religión, cultura, etc, y francamente, creo que la han cagado.
Eso sí, solo el esfuerzo de hacer una cosa como ésta merece un aplauso. Ojalá insistan, y a la próxima les salga un documental de la BBC en vez de un bonito colorín del National Geographic.
No hay comentarios:
Publicar un comentario