Poder simbólico
Es curiosa la jerarquía existente entre los "Cuerpos Docentes
Universitarios", que son, según la Ley Orgánica de Universidades
actualmente vigente:
a) Catedráticos de Universidad
b) Profesores Titulares de Universidad
c) Catedráticos de Escuela Universitaria
d) Profesores Titulares de Escuela Universitaria
Los
dos primeros cuerpos, compuestos necesariamente por Doctores, tienen
plena capacidad docente e investigadora. El tercero y cuarto, para los
cuales no es requisito el Doctorado, tienen plena capacidad docente, e
investigadora también si el profesor en cuestión es además Doctor.
Las
diferencias son a veces cuestiones de sueldo, a veces cuestiones de
encargo docente, a veces de exclusividad o prioridad a la hora de
constituir tribunales de habilitaciones, de oposiciones o de
reclamaciones, o de ocupar cargos. Así pues, los tribunales de oposición
de Catedrático están constituidos únicamente por catedráticos, mientras
que en los de Titulares participan profesores titulares y preside un
catedrático. El sueldo base es el mismo para Profesores Titulares y
Catedráticos; unos complementos son mayores para los Titulares, otros
mayores para los Catedráticos: en conjunto es más elevado el sueldo de
Catedrático. Los catedráticos tienen exclusividad para constituir por
ejemplo la comisión de reclamaciones, y para ocupar el cargo de rector.
Con la LRU, anterior a la LOU, tenían preferencia también para ocupar el
puesto de director de departamento, pero esa diferencia ha sido
suprimida en la nueva ley.
A lo que voy es que los dos cuerpos
están igualados en todos los aspectos en los que no especifica la ley
una diferencia, y sin embargo un aura especial rodea a los catedráticos.
¿Por qué?
- Por el mayor sueldo. Indiscutible (aunque tampoco es para forrarse - ni menos para venderse).
-
Por haber superado una prueba más de selección. Esto suele imponer
respeto intelectual. Claro que, como muchas veces está viciado el
sistema, siempre queda la duda de si es catedrático quien más lo merece,
caso frecuente, o quien más a tiro se ha puesto, caso también
frecuente. Sea como sea, el éxito de la estrategia también impone
respeto intelectual. (Como prueba de que se está o bien ante un listo, o
bien ante un listillo).
- Por tradición: En tiempos pasados en
la universidad, previos a la implantación de la estructura departamental
(y a la democracia), los catedráticos hacían y deshacían, contrataban y
despedían, en sus "cátedras", de las cuales eran el centro, con una
nube de satélites subordinados girando alrededor. Hay que dejar claro
que esta situación, si se perpetúa, carece de apoyatura legal alguna.
Sin llegar a esos extremos, los catedráticos suelen gozar de privilegios
que en realidad la ley no les otorga. En parte,
- Por redes de
influencia: en general llegan a ser catedráticos los profesores con
mayor "implantación" en las redes de poder, influencias y dependencias
de cada universidad. Y esto se retroalimenta: un profesor que goza ya de
cierta influencia o contactos, los ve reforzados al entrar en el club
de los catedráticos.
Por todo esto, a quien quiera ser un
profesional influyente en la Universidad le vale la pena hacerse
catedrático, al margen del aumento de sueldo. Tendrá un poder simbólico
superior al real, y eso agrada. La contrapartida: un catedrático se
apunta de hecho al sistema de contactos y privilegios por el cual, para
empezar, merece más atención otro catedrático que otra persona, por
ejemplo a la hora de hacer recomendaciones que atañen a "su"
departamento (en tribunales, etc.), y debe defender los privilegios de
que goza su cuerpo, tengan éstos o no apoyo en la ley. A veces esta
defensa mutua de los corrales propios y ajenos, y de los privilegios
propios y ajenos, lleva a curiosas distorsiones del sistema, o curiosas
arbitrariedades, que suelen hacerse con la cara más larga y más de palo
posible. Y esto sí es una servidumbre considerable.
Creo que,
aunque los catedráticos estén obviamente interesados en conservar su
poder simbólico más allá de la letra de la ley, es deber (y
conveniencia) de los otros profesores el recordarles que sus privilegios
son los que marcan las leyes, y no otros. Y tratar de reducirlos allá
donde no sean razonables ni estén justificados. Hay que hacerlo aunque
sólo sea por modernidad: estas batallitas son pequeñas escaramuzas en la
historia de la decadencia del feudalismo. Decadencia, pero ya, ya...
hay mucho poder simbólico aún, y en algunos profesores, mucho miedo a
desagradar a los catedráticos.
Mañana votamos en el Consejo de
Departamento un baremo que sirva para asignar docencia a la hora de
establecer el plan de estudios. Antes, elegía primero el catedrático,
luego el titular más antiguo, etc., en escala descendente de cuerpos y
antigüedad. Fue un hito la aprobación de un baremo que permitía, si se
solicitaba su aplicación, saltarse esta jerarquía de cuerpos y
antigüedad y apelar a otros méritos (es más "democrático", en cierto
modo, aunque puede también llevar a conflictos que no se darían con un
sistema rígido e igual para todos). Mañana vamos a estudiar una reforma
de ese baremo. Y se va a proponer que se modifique un punto, entre
otros. El baremo da puntos por diversas cosas: pertenencia a cuerpos
(más puntos a catedrático que a titular, y así sucesivamente),
antigüedad, méritos docentes, méritos de investigación, etc. Pues bien,
en el apartado "antigüedad" se dan actualmente también más puntos a los
cuerpos "superiores" y menos a los "inferiores", reduplicando en cierto
modo la puntuación ya dada por cuerpos en el primer criterio. La
petición será: que se cambie, para dar la misma puntuación por año de
antigüedad a todos los profesores, sean del cuerpo que sean.
Esto
es, naturalmente, irrelevante a efectos prácticos. Pero tiene cierto
interés simbólico, o sintomático, para quien ve estas cosas de cerca.
¿Habrá debate? ¿Habrá drama? Ya lo contaré aquí. Si se acepta sin
chistar, buena señal.
(p.s.: Se aplaza la discusión a otro día... continuará).
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