Suéltalo a ver si crece
He estado en una conferencia de Luis Muíño, el psicólogo que habla en El Hábitat del Unicornio de Radio 5 y a quien ya conocía también a través del blog El Lado Oscuro. Iba sobre la creación de misterios, ya sea espontánea, ya artificial y calculada, y las técnicas de manipulación de las emociones, el interés y la opinión, mediante la dosificación de secretos, el uso de lenguaje vaporoso, los halagos escondidos a la supuesta inteligencia del público, etc. La tesis de LM es que mentir en general es provechoso, porque la gente no investiga, no consulta las fuentes, y las imágenes creadas, en especial si son potentes, tienen un poder de arrastre notable. Los mitos urbanos y leyendas construidas con elementos "que ya suenan" tienden a crecer solos como una bola de nieve corriendo monte abajo. Por el contrario, las narraciones que intentan contrarrestarlos apelando a los hechos contrastables y a lo realmente sucedido son normalmente más complejas, más borrosas y peor calculadas para agradar.
Lástima que no
haya habido sesión de preguntas. Me he quedado con las ganas de
ejemplificar lo que decía Luis Muíño sobre la manipulación con un
ejemplo muy sonado: el atentado del 11-M. Porque podemos decir que "la
causa" del atentado del 11-M fue "la guerra de Irak". O que fue "la
maldad de los terroristas". O que fue "la incompetencia del
gobierno".Etc., etc. Todas son causas, ninguna es la causa.
Un
ejemplo bonito de teoría simplista, torticera, interesada, mentirosa, es
la que se trasluce estas últimas semanas en muchos medios de
comunicación, pero que puede resumirse con esta frase de una tertulia de
la COPE: "¿Podemos asegurar que el Partido Socialista tenía
conocimiento previo de que se iban a producir los atentados del 11-M? No
podemos asegurarlo." Yo también me debato entre las dudas, mira, como
Aute:
Ya nadie queda absuelto
del "salvese quien pueda",
del "a río revuelto...
calumnia que algo queda"
("Enamorarse o morir")
Pero
algo parecido suele pasar, creo yo, cada vez que se atribuye una causa a
un fenómeno: cuando algo se produce es resultado de una conjunción
contingente, irrepetible y única, de causas y circunstancias. Cada
acontecimiento es único, aunque haya similaridades entre ellos que nos
permiten clasificarlos. Cuando esa complejidad irrepetible se simplifica
para decir que tal cosa fue LA CAUSA de tal otra, aunque en efecto
pueda detectarse una relación causal, la simplificación es tal, y tan
engañosa, que la explicación resulta ser una especie de ficción, o de
historia que nos cuentan, tan cierta como muchas otras, depende de dónde
coloques la lupa. En este sentido habría que entender, creo, la teoría
de Nietzsche sobre la manera en que las causas son generadas por sus
propios efectos. Moraleja: Desconfía de quien lo tiene demasiado claro.
Ver tan claro resulta de una cierta miopía hacia lo que no se quiere
ver.
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