Oliver Twist
Acudimos, huyendo del frío, a ver la celebrada película de
Polanski, los niños por obligación dictada por sus superiores (hmm, muy a
tono con la película: "y ahora, niños, silencio y a ver Oliver Twist,
que ahí vais a aprender lo que es bueno y cómo las gastan con los niños
que no quieren ir al cine..."). Yo por mi parte con curiosidad por ver
si le añadían a twist to the old tale. Y bueno, siempre lo hay, pero
básicamente por el procedimiento de que queda enfatizado lo que no se
corta; en la novela entran naturalmente a hachazos, no hay otra
manera...
Así, desaparece el parentesco de Oliver con sus
benefactores, desaparece toda la historia de la madre, y la de Monks su
hermanastro maligno, con el anillo y el medallón, y desaparece toda
referencia a herencias y fortunas caídas del cielo; desaparecen otras
casualidades demasiado casuales (no hay Noah Claypole en la banda de
Fagin, se pierde de vista el señor Bumble cuando ya sobra, etc...). Lo
que queda proporciona una muy buena adaptación clásica. La ambientación
histórica está muy lograda, y algunas actuaciones son memorables: la de
Nancy, la del perro de Bill Sikes, y en especial la de Ben Kingsley como
Fagin. Pero es curioso, es básicamente el Fagin de Ron Moody, el del
musical Oliver! el que recrea Ben Kingsley: claro que todo en aquella
película era un gran acierto, y por tanto un reto difícil de ignorar --
así que de hecho esta película de Polanski da la impresión de ser un
remake de Oliver! sin la música, más que una visión independiente de la
novela de Dickens. El modelo realista elegido ya estaba logrado y
superado en el musical, por tanto es un poco pobre volver a él sin más
cuestión: la estética de la película es todo menos experimental, y eso
que el material es excelente: un clásico sólo a medio explotar (y no me
contradigo), más una tradición fílmica de Olivers como filón... La
estrategia de adaptación contraria a la aquí seguida hubiera enfatizado
las casualidades, los retornos obsesivos de personajes, las fortunas
caídas del cielo, el surrealismo de Dickens más que su realismo, la voz
narrativa incluso, por qué no, las ilustraciones de Cruickshank (aunque
han inspirado a la iconografía fílmica, también ellas tienen más jugo
por exprimir). En lugar de thrillificar el argumento (como se hace
manteniendo a Oliver como rehén de Sikes hasta el final) sería más
interesante un guión que sacase a la luz los puntos problemáticos de la
historia, cosas que la novela contiene a su pesar pero que quiere
esconder, como el origen de las misteriosas fortunas, la maquinaria
social que destina a unos a mano de obra esclava y a otros a cómodas
rentas... una maquinaria contemplada por Dickens con una mirada
fascinada y horrorizada, mirada apartada en última instancia con gestos
semihistéricos. Bueno, en ese sentido la película sí es fiel a Dickens,
pues hace lo mismo que él, instalando cómodamente a Oliver en un orden
social que se ha revelado como caótico e injusto: pero es lo que todos
hacemos en Occidente, ¿no?
Me interesaba especialmente el
tratamiento de la figura de Fagin, siendo judío Polanski y siendo Fagin
uno de las representaciones abyectas de judios más emblemáticas
producidas por el antisemitismo (claro que Dickens negó ser antisemita, y
puso luego un buen judío en otra obra). Y sí que encontramos en la
película un cierto énfasis en la figura de Fagin y su destino. A pesar
de su maldad, pues malvado es, nunca pega a Oliver, y lo cura de su
herida (visto que aquí falta Rose Maylie) con un ungüento "más viejo que
el tiempo", tradición judía sin duda. Merece también Fagin que se
conserve (y es un episodio subrayado aquí, por tanto) la visita de
despedida de Oliver en la cárcel, cuando se le va a colgar como
espectáculo público; y un cierto asomo de chivo expiatorio sí se le da
al personaje en este momento. Además es una visita tanto más gratuita
cuanto que el Fagin de la película no tiene ningún secreto crucial que
revelar. No llega el blanqueamiento de este Fagin, sin embargo, al nivel
del simpático Fagin de Oliver!, que es indultado por el guión y se
pierde, a modo de John Silver, por el horizonte de nuevas aventuras,
implausiblemente redimido. Aquí no: el judío ha de ser exterminado, y
presentado como ente abyecto. Polanski no es averso a estas caricaturas
chocantes (pienso en el final de El Pianista, con su confrontación
estética entre un acobardado judío de manual antisemita y un elegante,
artístico y noble nazi). Y tampoco es cosa sólo de Polanski: Spielberg,
por ejemplo, otro judío, muestra la caricatura más abyecta de un judío
jamás aparecida en el cine, en la persona de ese moscardón que era el
amo del niño Anakin en el "episodio 1" de Star Wars (una figura que
quizá deriva de Fagin, por cierto). Aunque ni en este caso ni en el del
Fagin de Polanski se menciona la palabra "judío". Son curiosos
experimentos, a medias quizá entre la tradición antisemita, el humor
judío y una cierta voluntad de autoabyección. Todo lo cual es...
curioso, y quizá el aspecto más experimental y arriesgado de esta
película, con, insisto, una magistral actuación de Ben Kingsley,
irreconocible y memorable.
8 comentarios
danilo -
Jose Angel -
Noly -
tengo 14 años... y me he visto la peli en el colegio (2º de la ESO) y, despues de pensar que seria una de esas peliculas aburridas, me a gustado... Nos da la imagen, un poco exagerad, de los problemas sociales de hoy en día.. yo la recomendaria. (Aunque a mi me apasionen las historias de terror y comedia, ya que solo soy una niña)
Saludos a todos.. kiss
Noly -
Saludos a todos.. kiss
José Angel -
Y lo de los judíos hablando de judíos también me deja flipado. Alguien me dijo que el director de "El mercader de Venecia" es judío. Si es verdad, me inclino ante la forma en que consigue este pueblo manejar su propia leyenda negra...
Un abrazo navideño.
JoseAngel -
jio -
y por cierto... felices días!!!
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