Cultura gratis
En Por la boca muere el pez me entero de un manifiesto
que está circulando por Internet, el 'Manifiesto por la liberación de la
cultura', que recoge firmas en respuesta a los últimos movimientos del
gobierno en favor de los interesados en la propiedad intelectual. El
manifiesto proclama la nueva era que se abre con Internet para la
difusión de la cultura, y denuncia los intereses de las industrias
distribuidoras de productos culturales. Pero (ay) deja en cierta
indefinición el tema de quién debería pagar a los autores... Mientras
los procesos históricos resuelven esa cuestión, le dejo este comentario
en la web a este difusor del manifiesto:
Uau! Contundente;
totalmente de acuerdo con el manifiesto. Pero ese acuerdo me viene de mi
condición de funcionario. Si yo tuviese que vivir de los derechos de
autor de lo que escribo, o compongo, o registro, mi opinión sería muy
otra, y la suya también, Sr. Pez, ¿no cree?
De todos modos, y conforme a la primera frase de mi comentario, voy a la página web del manifiesto, en Culturalibre.org,
y lo firmo. Ve allí, querido wreader, léetelo, y decide. Éste es un
manifiesto importante, y es una especie de contraataque a través de
Internet contra los que le quieren poner puertas al campo a estas
alturas.
En lo que a mí respecta, he defendido desde hace muchos años
la difusión gratuita en la red de los contenidos generados con dinero
del Estado. Eso se aplica por supuesto a lo que yo escribo para la
Universidad, que lo he colgado de la red en cuanto he podido. También
electrifiqué y puse en libre acceso la revista de nuestro departamento, y
defendí hace años que se hiciera lo mismo con las actas de AEDEAN y con
su revista. (Si las actas siguen inaccesibles, la revista Atlantis sí
está disponible gratuitamente ahora gracias a los esfuerzos y buen
criterio del último editor). En su momento estas ideas sí que parecían
absurdas a mucha gente, que por lo visto esperaban que amontonando sus
publicaciones en un estante y vendiéndolas con cuentagotas era mayor el
rédito. A eso siempre he respondido que los funcionarios producimos
escritos subvencionados por el Estado, y que por tanto lo más lógico es
que los pongamos a disposición del público que nos paga, utilizando el
medio más barato, directo y universalmente accesible. Ahora tengo cada
vez más claro que, en la medida de lo posible, hay que evitar los
intermediarios en editoriales privadas (máxime si, además de pagarnos
una miseria a los académicos, o de quedarse gratis con nuestro trabajo,
nos cuadriculan la extensión y la expresión de nuestros escritos).
Quien opine de otro modo... bueno, pues que no firme el manifiesto, y que controle los canales de distribución. Si puede.
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